"¿No es asombroso el cielo? No importa cuántas veces lo mires, nunca es el mismo dos veces.
Este cielo de ahora solo existe en este instante".
Hitsugaya Toushiro en "Bleach"
El nacimiento del anime: El verdadero arte japonés
Para hablar de los comienzos del anime, nos debemos remontar a la segunda década del siglo XX.
Alrededor de 1900, la animación japonesa recibe el nombre de senga eiga (“películas de líneas dibujadas”), más tarde se conocerá con el término Doga ("imágenes en movimiento") y, finalmente, sobre 1960 pasará a llamarse animeeshon originalmente (アニメーション animēshon). De ahí que se abrevie a «anime» (アニメ). Por otra parte, se cree que es una palabra de origen francés.
Un tiempo después de la Segunda Guerra Mundial, empezaron a surgir grandes compañías dedicadas tanto a series televisivas como a los largometrajes, entre la que destaca Toei. Aunque muchas siguieron en activo en las últimas décadas del siglo XX, y siguen al principio del siglo XXI, una serie de directores y creadores han alcanzado renombre propio en este género, bien por obras de gran fama como Akira Toriyama con Dragon Ball, Masashi Kishimoto con Naruto, o por largas y premiadas trayectorias como Hayao Miyazaki con Mi vecino Totoro y todo el resto de películas de Studio Ghibli, o como Rumiko Takahashi con Inuyasha o Ranma 1/2.
En el plano internacional, en 1907, aparece la primera película de animación, Humorous Phases of funny face en Estados Unidos, En 1908, aparece en Francia Fantasmagorie. Este tipo de películas de llegan a los cines japoneses hacia 1910. Entre 1914 y 1917 se exhibieron unas noventa y tres películas de animación extranjeras, siendo las americanas las de mayor popularidad. Ante tal fenómeno, los productores japoneses comenzaron a plantearse la realización de cine de animación nacional.
La primera manifestación de la animación en el país nipón de la animación, Katsudō Shashin, está fechada en 1907. Se trata de un pequeño fragmento de cuatro segundos de duración descubierto en 2005.
Katsudō Shashin
Sin embargo, fue la compañía Tennenshoku Katsudō Shashin quien produce la primera manifestación significativa, al encargar en 1916 al dibujante de manga Ōten Shimokawa una película del género. En aquella época no existía documentación en Japón sobre las técnicas de animación, por lo que la tarea de Shimokawa no fue fácil. No obstante, consiguió realizar el que se considera el primer filme de animación japonesa, Imokawa Mukuzō Genkanban no Maki, estrenado en enero de 1917. Por su parte, el pintor de estilo occidental Seitaro Kitayama, interesado por las películas extranjeras de animación que veía, presenta un proyecto de realización propia a la compañía Nippon Katsudo Shashin, que esta acepta encargarle. Kitayama tampoco era un experto en la animación, pero a base de pruebas y errores, consiguió terminar Saru Kani Gassen ("La batalla del mono y el cangrejo"), basada en el cuento popular Saru Kani Gassen, que fue estrenada en mayo de 1917. Shimokawa y Kitayama comenzaron la realización de sus películas en 1916, coincidiendo con la puesta en marcha del dibujante de manga de corte político Sumikazu Kouchi, que por encargo ahora de la compañía Kobayashi Shokai, estrenaría en junio de 1917 Hanawa Hekonai, Meitō no maki con un samurái como protagonista.
El único fragmento que se conserva de Saru Kani Gassen
Shimokawa llegó a realizar cinco películas de animación, pero debido a la sobreexposición y al reflejo luminoso que conllevaba el proceso, sus ojos experimentaban gran cansancio, por lo que decidió abandonar este trabajo y volver a dibujar manga. Kouchi también se apartó del cine de animación tras realizar cuatro películas, pero luego volvería temporalmente a este campo debido a que personalidades de la esfera política le encargaron cortos de propaganda. Por el contrario, Kitayama se dedicó plenamente a la realización de películas de animación. Comenzó empleando como ayudantes a jóvenes aspirantes a pintores, a los que enseñaba las técnicas del dibujo animado. Kitayama, que en 1917 llegó a realizar hasta diez películas, presenta ese mismo año una película basada en el personaje infantil Momotarō, que consigue exportar a Francia, convirtiéndose en el primer producto de animación japonesa que llegó a occidente. Kitayama crea sus propios estudios de cine en 1921 pero el gran terremoto de Kantō de 1923 destruyó sus instalaciones de Tokio, por lo que decide mudarse a Osaka. Allí se aparta de los dibujos animados para dedicarse a rodar documentales informativos para una empresa de noticias local. No obstante, la gran importancia de la labor de Kitayama residirá en haber enseñado las técnicas de la animación a una serie de jóvenes que proseguirán el trabajo que él empezó.
Normalmente el trabajo de animación era muy duro. La empresa Yokohama Cinema Shokai se adelantó a sus competidores al comprar una nueva cámara de motor automático que no requería mover una manivela, lo cual permitía acelerar el trabajo. La primera película rodada con esta cámara fue Kaeru wa kaeru ("Una rana es una rana"), encargada nuevamente a Yasuji Murata.
Para el cine de animación, el celuloide es un material indispensable, pero en Japón no se fabricaba. El celuloide comenzó a distribuirse con profusión Estados Unidos a finales de 1914 con los trabajos de Earl Hurd, quien además lo patentó. Como producto de importación, el celuloide era muy caro en Japón, por lo que en su lugar se empleaba una especie de cartulina sobre la que se dibujaban los personajes, que luego se recortaban y fotografiaban. Murata era un maestro de esta técnica y no tenía nada que envidiar a sus competidores que usaban celuloide. Como título más representativo de animación con recortes destaca su Tsuki no miya no Oujo-sama ("La reina del Castillo de la Luna").
La Reina del Castillo de La Luna
El primero en utilizar en Japón el tan preciado celuloide para el cine de animación fue Kenzō Masaoka, nacido en una familia adinerada de Osaka. Tras estudiar dibujo en una escuela de artes, inicialmente entra en el mundo del cine como actor, abandonando poco después en favor de la realización de dibujos animados. Su primera película fue Nansensu monogatari dai ippen Sarugashima ("La absurda historia de la isla de los monos", 1930), acerca de un muchacho criado por un mono. Masaoka realizó también la primera película de animación sonora, Chikara to onna no yo no naka ("Las mujeres y la fuerza mueven el mundo", 1932), donde utilizó parcialmente el todavía caro celuloide. Masaoka no escatimó en gastos para aumentar la calidad de sus películas, y así a partir de Chagama ondo ("El ritmo de la tetera", 1934), empleó el celuloide para el total de sus obras. Otro de sus títulos, Mori no yosei ("El hada del bosque" 1935), rrecibió elogios de sus colegas en el mundo de la animación y fue comparado a los cortos Silly Symphonies de Walt Disney.
Mientras que la mayoría de los cineastas contemporáneos se dedicaban a hacer películas de propaganda bélica para el ejército nacional, Masaoka realizó durante la guerra una obra de gran poesía que hará olvidar las penurias de la época y que quedará para la posteridad del género, Kumo to Chūrippu ("El tulipán y la araña", 1944). De sus cintas de posguerra, la más representativa fue Suteneko tora-chan ("Tora, el gato abandonado", 1947), sobre una gata que decide criar a un gatito que ha sido abandonado. Masaoka, por haber sido el primero en introducir el celuloide en los dibujos animados y el primero también en realizar una película sonora de esta modalidad, ha sido llamado "el padre de la animación japonesa" y es respetado como tal. Se necesitaba el triple de tiempo en realizar un episodio
El 7 de diciembre de 1941, Japón ataca la base estadounidense de Pearl Harbour, comenzando su participación en la II Guerra Mundial. Entonces, la Armada Imperial encargó a Seo una película de propaganda que realzara los éxitos militares del Japón a los más jóvenes. Así, con un equipo de cinco personas, Seo realizó la película de dibujos animados Momotarō no Umiwashi ("Las águilas marinas de Momotarō" 1942), de 37 minutos de duración, que a pesar de su descarado carácter propagandístico, tuvo gran éxito entre el público infantil. La película la protagoniza el personaje de los cuentos infantiles Momotarō, capitán de un portaaviones, y por perros, monos y perdices que eran los pilotos de aviación. La flota enemiga es dirigida por un personaje de gran parecido con Bluto, antagonista de Popeye, que se dedica a correr de un lado para otro huyendo de los ataques japoneses.
Propaganda japonesa durante la Segunda Guerra Mundial
Momotarō no Umiwashi, el primer largometraje nipón
Con la derrota de Japón en agosto de 1945 termina la Segunda Guerra Mundial, constituyéndose en octubre del mismo año la Shin Nihon Dogasha, dedicada a la producción de películas de dibujos animados. Centrada en Tokio, llegó a reunir hasta cien personas para dedicarse al mundo de la animación, pero la falta de trabajo obligó a disolver la recién nacida compañía.
En septiembre de 1950, con gran retraso, se estrenó en Japón la película Blancanieves y los siete enanitos que, según se dice, el director de animación Osamu Tezuka vio unas cincuenta veces. A la idea primitiva de animación por sombras, Ōfuji añadió la inspiración de las vidrieras occidentales para utilizar celofán coloreado. En el Festival de Cannes de 1953 compitió en la sección de cortos, pero finalmente el premio se lo llevó Crin Blanc, quedando su obra en segundo puesto. Se dice que Pablo Picasso vio entonces este trabajo de Ōfuji, por el que quedó fuertemente impresionado. Poco después, la película de animación por siluetas Nazo no yurei-senlitera ("El barco fantasma", 1956), consigue un premio especial en Venecia, con lo que el nombre de Ōfuji pasa a ser reconocido en el extranjero.
Noburō Ōfuji
Las décadas de los 80 y 90 trajeron coincidencias con la irrupción a gran escala del anime en occidente, entre cuyos principales exponentes estuvieron series como Doraemon, basada en el manga de Fujiko F Fujio; Shin Chan; Hokuto no Ken, basada en el manga homónimo de Buronson y Tetsuo Hara; Dragon Ball, basada en el manga homónimo de Akira Toriyama; Saint Seiya, exportada como Los Caballeros del Zodiaco;' Capitán Tsubasa, conocida en el mundo hispano como Oliver y Benji; Rurouni Kenshin, que fue titulada El guerrero samurái o Samurái X; Slayers, más conocida en el mundo hispano como Rina y Gaudi o Justicieros; Neon Genesis Evangelion; Marmalade Boy o Kimagure Orange Road o Ranma 1/2 de Rumiko Takahashi. También hay animes como Pokémon; Digimon y Yu-Gi-Oh.
Estas permitieron el redescubrimiento del anime en occidente y que en muchos países se abriera el camino a la creación de culturas otakus propias. Además, permitió la masificación de las chicas mágicas que protagonizaban animes como Sailor Moon, Sakura Card Captor y Magic Knight Rayearth.
Con el estreno en 1995 de Neon Genesis Evangelion, obra que mezcla el mecha, subgénero de la ciencia ficción con una trama psicológica, provocó un salto hacia series televisivas orientadas a un público más adulto, con personajes y tramas complejas, testigo tomado por obras como Cowboy Bebop, Trigun o Serial Experiments Lain.
Adicionalmente, unido a todo esto el éxito de películas como Akira de Katsuhiro Otomo, Ghost in the Shell de Mamoru Oshii, Ninja Scroll de Yoshiaki Kawajiri, Perfect Blue de Satoshi Kon, y a las películas de Studio Ghibli como Mi vecino Totoro y La princesa Mononoke, La tumba de las luciérnagas y Susurros del corazón, abriendo el cine de anime a occidente en las décadas siguientes consiguiendo el Premio Oscar por El viaje de Chihiro.
Gracias al terreno preparado en occidente por las series de las décadas anteriores, ha permitido que gran parte del anime creado sea traducido y distribuido en los mercados de todo el mundo. En los últimos años surge además en occidente, de la mano de las culturas otaku de la década de los noventa, gran cantidad de grupos y fansub que traducen y distribuyen en Internet series de dibujos animados y mangas. Esto es, a su vez, causa y consecuencia de la creciente distribución del anime fuera de Japón, puesto que muchas series ya cuentan con renombre antes de ser licenciadas y traducidas, lo cual permite su más fácil exportación, gracias también a las plataformas de streaming por internet como Crunchyroll, Funimation, Netflix o Amazon Prime Video, esto ha logrado una mayor difusión del anime.
Ahora, vamos a hacer un recorrido al proceso de creación del anime moderno:
1. Pre-producción y planificación
2. Desarrollo del guión y storyboard
3. Animación y cinematografía
4. Edición de audio y vídeo
5. Distribución
La pre-producción, como en cualquier proyecto, es el momento en el que se ordeanan las ideas y se da punto de partida. En este caso, existen dos marcadas posibilidades: la primera, basar el anime a producir en una obra original. Para ello, se debe contactar a un equipo de producción creativo o un guionista externo. La segunda opción sería utilizar obras ya realizadas; en otras palabras, adaptar novelas, mangas o juegos, etc. que se vea apropiada y rentable.
Muchas veces vemos frustradas nuestras ideas de una segunda temporada para nuestro anime favorito, o jamás hemos visto una mínima intención de animación por parte de un estudio. No olvidemos, cada capítulo para un anime tradiciona cuesta aproximadamente entre cien mil y trescientos mil dólares; si una temporada media es de trece capítulos, estamos hablando de un promedio de... ¡dos millones de dólares!
Después de recibir el storyboard y los diseños, se procede al tratamiento de capas, en el cual se separan los dibujos para su posterior animación. El siguiente paso es generar keyframes de animación, los que son limpiados, entintados y coloreados digitalmente.