Bahía Amur
Siberia es conocida por ser un lugar que suena a lejanía, a destierros, a lo extraño, a tormentas de nieve insoportables y a gulags soviéticos.
No es como si esto no fuese verdad, pero no debemos de caer en los estereotipos, ya que Rusia, además de ser el país más grande del planeta, posee una inmensa, atractiva y enigmática diversidad cultural.
En esta entrada, hoy nos trasladamos, no en ferrocarril transiberiano, pero sí a través de las palabras, a la tierra de los pueblos indígenas, de "hielos y cadenas", como la definió el escritor Maxim Gorki.
Sibir: El reino de hielo
Rusia cuenta con 190 etnias, más de la mitad de las cuales son indígenas, sumando medio millón de habitantes.
Hay unos cuarenta millones de personas en Siberia, de los cuales el 10% son indígenas. Aunque algunos pueblos indígenas, como los sakha y los komi, poseen sus propias repúblicas dentro del estado ruso, muchos otros están en peligro de extinción o en proceso de asimilación (rusificación).
Tan sólo el 10 % de los habitantes actuales de Siberia son indígenas. Bajo la administración soviética, los pueblos indígenas perdieron sus tierras, usurpadas por industrias estatales. Con la industrialización, esta región fue ocupada por no indígenas y las autoridades trataron de suprimir las lenguas, culturas y modos de vida indígenas, además de la presión que ejercen los rusos y la iglesia ortodoxa para que abandonen sus costumbres.
A continuación, hablaré brevemente sobre alguna de las comunidades indígenas rusas.
Pueblo Yakut:
Originarios de la república siberiana de Yakutia, en el extremo oriental, los yakuts son un pueblo seminómada cuya forma de vida tradicional ha sido dictada principalmente por el clima extremo en el área donde viven.
Conforman el mayor grupo autóctono de Siberia, son poco más de cuatrocientos cincuenta mil individuos y se encuentran en la región de Verkhoyansk, también conocida como el "polo del frío". Su nombre común proviene del evenki yako (extranjero). Los yakutos se dedican principalmente a la caza, la pesca y la cría de caballos y ganado, y viven en yurtas. A diferencia de la mayoría de los otros pueblos túrquicos, que son generalmente musulmanes, los yakutos son en su mayoría cristianos ortodoxos, aunque el chamanismo tradicional túrquico se halla también muy extendido entre este pueblo.
En el siglo XIX, los yakuts ya estaban renunciando a su estilo de vida nómada tradicional por uno más permanente, y el aumento de la urbanización tuvo un impacto adicional en esto. A pesar de la disminución del número, las aldeas regionales pueden estar completamente pobladas por Yakuts, donde continúa la difícil situación frente a las condiciones extremas. El clima severo y el permafrost significan que la agricultura es difícil, por lo que, a nivel regional, muchos Yakut siguen involucrados en la cría de animales y la minería; Yakutia es una de las principales fuentes de diamantes del mundo.
Pueblo Buriato:
Son de ascendencia mongólica y comparten muchos hábitos y rasgos. Hoy en día la mayoría de los buriatos habitan en la ciudad de Ulán-Udé, capital de la república. Su lengua es el buriato, de la familia altaica, grupo mongol.
Dos chamanes
El nombre "buriato" es mencionado por primera vez en el libro Historia secreta de los mongoles. La consolidación de las tribus y grupos tuvo lugar bajo las condiciones del gobierno ruso. Su terreno y población fueron anexionados en el Imperio ruso mediante tratados en 1689 y 1728, cuando las tierras en ambas márgenes del lago Baikal fueron separadas de Mongolia. Desde la mitad del siglo XVII hasta finales del siglo XX, la población ha pasado de 27.700 a 300.000 miembros.
Pueblo de kirguises:
Kirguistán es un país montañoso de Asia central, sin salida al mar y que comparte fronteras con la República Popular China, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán. Su capital es Biskek.
Los kirguises aparecen por primera vez el 201 a.C. Son descendientes de los turcos, de la parte noreste, lo que es a día de hoy Mongolia. Posteriormente, algunas de estas tribus emigraron a la región que actualmente corresponde al sureste de Siberia y se asentaron a lo largo del río Yeniséi, donde vivieron desde el siglo VI hasta el siglo VIII. El origen siberiano indígena de la población kirguís es confirmado por estudios genéticos recientes.
Después se esparcieron a través de lo que ahora es la región de Tuva de la Federación Rusa, permaneciendo en esa área hasta el ascenso del Imperio mongol en el siglo XIII, cuando los kirguises comenzaron la migración al sur. El monje Giovanni da Pian del Carpine nos relata en su libro de viajes por el Imperio mongol las costumbres de este pueblo a mediados del siglo XIII. Durante los siglos XV y XVI, el pueblo kirguís se asentó en el territorio actualmente conocido como República de Kirguistán.
Pueblo de nénets:
Los Nénets, Nenezos, Yuracus, Samoyedos, Saamod o Saamid, son un pueblo que habita en los distritos autónomos de Nenetsia, Yamalo-Nenets y Janti-Mansi y en el krai de Krasnoyarsk. Según el censo de 2002, son 41.302 personas y su idioma original, el nenezo, una de las lenguas samoyedas, es hablado por 31.311 personas. Tienen un sistema de creencias chamánico y animista que presupone el respeto a la tierra y a sus recursos; además, se dividen por clanes.
Se diferenciaron dos grupos, según el territorio que ocuparon y las actividades económicas que desde entonces han llevado a cabo: mientras que los Chandejar o nénets de los bosques de las cuencas del Obi y el Yeniséi, se dedicaron a la caza y la pesca; los nénets de la tundra de la península Kanin (en el norte), se hicieron criadores de rebaños de renos, actividad que se generalizó desde el siglo XVIII. Seleccionaron al perro samoyedo que era adecuado para remolcar trineos y para el papel de pastor de los renos. Un tercer grupo, el Kominized Neneci (personas Yaran) ha surgido como resultado de los matrimonios entre nénets e integrantes de la tribu y Ižma de los Komi.
A comienzos del siglo XX, con el avance de las comunicaciones, los nénets fueron forzados a abandonar su tradicional aislamiento del resto del mundo. Durante este período, los comerciantes rusos introdujeron las bebidas alcohólicas, cuyo uso excesivo causó un deterioro progresivo en el estilo de vida indígena. Contrajeron progresivamente grandes deudas con los comerciantes, que luego fueron heredadas de generación en generación, empobreciendo extremadamente a la gente originaria.
Desde la década de 1930, algunos nénets han llegado a expresarse a través de los medios de comunicación y el arte.
Fueron forzados a conformar granjas colectivas y a establecerse en pueblos y, desde 1957 sus hijos fueron educados en internados, lo que provocó una erosión profunda de la identidad cultural de la población.
Actualmente el daño ambiental es significativo debido a la industrialización de sus tierras. Debido a la expansión de la industria del gas y el petróleo, los pastos de los renos se están reduciendo, lo cual ha obligado a muchos miembros de esa población a emigrar o dedicarse a otras labores, especialmente a trabajar en las industrias química, del petróleo, que de acuerdo con estimaciones recientes ocupa al 41% de la población.
Aunque en gran medida influenciada por el cristianismo ortodoxo a partir de la conversión forzada en 1824, las creencias tradicionales se han conservado parcialmente hasta el siglo XXI. Num es considerado como dios supremo que habita en todos los elementos naturales e incorpora en sí mismo todos los fenómenos atmosféricos. Sin forma y nunca representado, es especialmente adorado en la tundra, dos veces al año, durante las celebraciones de la primavera y el otoño, cuando suelen ser sacrificados renos blancos grandes. Entre las tribus que se convirtieron al cristianismo el antiguo dios de los padres ha sido sustituida por la figura de San Nicolás, a quien llamaban Mikkulai, objeto de profunda veneración.
Gobierna el mundo de los muertos Nga, hijo de Num, o a veces representado como la "tierra vieja". Hay gran variedad de espíritus gobernantes soberanos de la tierra y los espíritus de las aguas que impregnan todos los seres vivos, incluidos los que son particularmente veneradoz por su papel como presas o como depredadores y que tienen una influencia significativa en la vida cotidiana. Los Chandejar veneran el espíritu de los peces debido a la gran importancia de este alimento en la alimentación diaria.
En la tundra veneran el espíritu del oso, cuya cabeza es izada en lo alto de un árbol y, el lobo, el gran depredador de los ciervos.
El chamán normalmente construye figuras de madera que representa a los animales para capturar su espíritu y propiciar la caza y la pesca. Las figuras pueden colocarse en trineos sagrados o en una red de lugares sagrados. Además, los espíritus domésticos de la chimenea (haehe), que son representados en figurillas antropomorfas de madera y piedra, que pueden heredarse de padre a hijo. Entre estas figuras es muy importante la muñeca que representa la "anciana del chum", que protege el espacio de la tienda doméstica. Cada figura tiene su lugar para dormir dentro de la tienda y recibe "alimento" cuando se le quiere hacer una petición. En cuanto a la vida posterior a la muerte, los Netsi creen en un alma que o desaparece en el aire, o sube al cielo.
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A pesar de todos estos intentos por parte del poder central de desposeerles de su modo de vida ancestral, tanto los evenks como evens aún conservan casi intactas sus creencias, mitos y prácticas animistas, basadas en rituales chamanistas durante los cuales uno o varios individuos entran en un estado de trance o éxtasis mediante la ingesta de un hongo alucinógeno -amanita muscaria, habitualmente-. De este modo, los chamanes se comunican con sus ancestros, que en muchos casos son los animales guía o protectores del pueblo y cuyo papel tiene como finalidad primordial la protección de sus semejantes, la consecución de alimentos y la recuperación y conducción de las almas de los difuntos a su destino final.
Al igual que los pueblos tunguses de Kamchatka, los koryaks, los chukchis y los ítelmens tenían en su haber distintas leyendas mediante las que intentaban explicar el porqué de todo aquello que les rodeaba, el origen del universo… e incluso compartían con los evens y los evenks parte de estas creencias. Sin duda el ejemplo que mejor pone de manifiesto esta sintonía es que estos pueblos creían que el responsable de la Creación fue el dios-cuervo Kutkh, que mientras sobrevolaba el océano, se lanzó en picado desprendiéndose de una de sus plumas. Al caer sobre dicho océano, una gran masa de tierra completamente plana emergió: Kamchatka; pero al principio ésta estaba poblada únicamente por hombres, por lo que el dios Kutkh, ante la soledad y tristeza de éstos, decidió crear una hermosa mujer que fue deseada y amada por todos. A medida que los hombres iban muriendo se transformaban en volcanes cuyos corazones rugían ardientemente por el amor que le profesaban. Asimismo, estos pueblos compartían la adoración por el perro, al que consideraban un animal sagrado que también participó en la creación del mundo: los valles y las montañas se formaron cuando el gran perro de tiro del dios Kutkh, llamado Kozei, sacudió la nieve que se había acumulado en su lomo, provocando un gran terremoto. Esta leyenda da una explicación mítica de la gran actividad sísmica de la región.
Sin embargo, los koryaks y los ítelmens, no demuestran demasiada veneración por Kutkh, al que tienen por mala persona por haber abandonado a su familia y, por su culpa, en Kamchatka existen tantos volcanes, actividad sísmica y ríos tan peligrosos.
Los ítelmens, cuyo significado es “vivir o viviendo aquí”, creían que los volcanes estaban protegidos por demonios a los que llamaban gomuls o kamuli. Estos demonios se alimentaban de pescado y descendían cada noche desde las cimas hasta el mar para capturar ballenas y peces. Más tarde volvían para cocinarlos en enormes hogueras, haciendo referencia a la actividad volcánica que cada noche podían divisar desde sus aldeas. Por esta razón, pensaban que los cráteres estaban cubiertos de restos óseos de ballenas y desperdicios de pescado; pero nunca ascendían estos conos para comprobarlo porque vivían permanentemente aterrorizados. Es por esto, que solían realizar sacrificios en honor de estos demonios con el fin de protegerse de su ira (erupciones).
Pandero siberiano
En el sur de Siberia, los chamanes y chamanas no consumen alucinógenos. Entran en el estado modificado de conciencia a través de la música del tambor. De esa forma se comunican con los espíritus de la naturaleza para obtener ayuda, curar o adivinar.
El Kamlanie del chamán es la comunicación con los espíritus, un ritual de magia al lado del fuego acompañado de golpes de tambos y cantos salmodiados. Uno de sus objetivos primordiales es curar a la gente, aunque también sirva para localizar ganado perdido, adivinar el porvenir… El chamán pide a los espíritus que le ayuden para expulsar el espíritu maligno causante de la enfermedad.
Chamán y su tipi
No podía terminar la entrada sin mencionar al fotógrafo Alexander Khimushin. Trasladándose de las costas del Lago Baikal a la costa del mar de Japón, visitó varias comunidades de minorías étnicas, cuyas poblaciones se han reducido a apenas cientos, e incluso docenas, de personas.
Rusia reconoce a al menos 40 grupos indígenas originarios Siberia, los que van desde el Evenki, cuya población está esparcida a lo largo de miles de kilómetros de distancia, hasta los casi extintos Tazy, comunidad que, según Khimushin, nunca antes había sido retratada. El fotógrafo señala que los indicadores de población están equivocados y tienden a sesgar la realidad, ya que suelen afirmar que la población es más alta de lo que en realidad es.
Enfrentándose a temperaturas extremas y a la disminución de la población, Khimushin captura el orgullo que estas personas sienten por sus culturas.
Niña sajá con una máscara matrimonial tradicional. Los sajá están muy orgullosos de su cultura y viven en la región más fría del mundo. El récord mundial de -71ºC fue registrado en Oymyako.
Hombre tofalar. Montes Sayanes, Óblast de Irkutsk, Siberia. Gente singular, viven aislados en los Montes Sayanes. Solo se puede llegar a ellos en helicóptero. Viven en 3 aldeas sin ningún camino que las conecte.
Niña uilta. Norte de la isla Sajalín. Siberia. Oroki (nombre antiguo). Viven en dos áreas de la isla de Sajalín, cerca de Japón. Una aldea uilta está en el extremo norte de la isla. Algunos ancianos uilta nacieron cuando Sajalín aún era parte de Japón, y tienen nombres y apellidos japoneses. Casi toda la gente de Uilta ha desaparecido.
Hombre Udege. Primorsky Krai, Extremo Oriente, Siberia. Gente inusual, viven en la densa taiga, a lo largo del río Bikin, en la Amazonia rusa. Los tigres de Ussuri viven en el monte y suelen visitar su aldea, a veces matando perros en sus patios traseros. Hasta ahora, la mayoría de los habitantes de Udege recolectan y venden raíz de ginseng para ganarse la vida, además de miel. Los udege viven principalmente en dos villas que están a cientos de millas una de la otra.
Anciano evenki. Frontera entre el sur de Yakutia y el Óblast de Amur, Siberia. Cazador, anciano local, ex pastor de renos, se retiró hace 2 años, pasó toda su vida como nómada viviendo en una tienda de campaña cuidando a sus numerosos renos. Él dice que es muy difícil establecerse y vivir en una casa en el pueblo, porque es una vida demasiado agitada y hay “contaminación”.
Considero que la mejor manera para concluir este escrito es dejar claro que, como ciudadanos de Occidente, debemos defender y apoyar de forma activa a los pueblos indígenas, así como las asociaciones y/o partidos políticos internacionales que luchan para defender el respeto que estas comunidades que habitan por todo el mundo merecen por el mero hecho de vivir. Y es que, aunque muchas personas parece que no lo acaban de entender, existen rincones en el mundo donde no ha llegado la tecnología y nunca debería hacerlo, ya que significaría el fin de cientos de costumbres y culturas super enriquecedoras y hermosas. Dejemos de pensar que todos los habitantes de este planeta deben de seguir el estilo de vida que el siglo XXI nos ha proporcionado, y usemos esa energía en educarnos y apreciar lo interesante que es el ser humano, en descubrir la tierra sin horizontes que todos pisamos, ya que nos queda mucho pero que mucho por aprender.
Las vidas indígenas importan.
Lucía Braña. 🍀