"Apunta siempre a la luna. Incluso si fallas, aterrizarás entre las estrellas".
Proverbio amazigh
¡Hola de nuevo! 🪴 Ha pasado demasiado tiempo, lo sé. Recuerdo haber dicho por el blog que mi siguiente entrada sería en septiembre, y aquí estamos, ya hemos entrado en un año nuevo y estamos a principios de febrero... Así que feliz 2023 (estoy segura de que soy la última persona en el mundo en felicitar el año) para todos/as los que os pasáis por aquí a leerme, a saludarme mentalmente o simplemente a cotillear.
¿La razón de mi ausencia durante estos meses? Honestamente, pura vagancia. Cada vez que pensaba en ponerme a elaborar una nueva entrada, la pereza invadía todos los poros de mi cuerpo, fue así, sin exagerar. Yo soy de las que creo que no hay que hacer las cosas a la fuerza porque toca, sino que hay que disfrutar de los procesos y del trabajo que hacemos por amor al arte (el trabajo por remuneración económica es otra historia, qué os voy a contar). Además, no he estado pasando por buenos momentos, puesto que he experimentado una paupérrima racha en cuanto a salud mental, así que este blog era en lo último en lo que estaba pensando, la verdad. De todas formas, ahora que estoy un poco mejor, regreso a este huequito silencioso y tranquilo que me he labrado para seguir trayendo historias bonitas y temas de mi interés.
Como siempre, no he parado de aprender e indagar sobre el mundo a través de redes sociales, artículos, libros, películas... Y he recordado lo mucho que me gustó escribir la entrada de Las Mil y Una Noches (por cierto, ¡¡¡el otro día fui a la biblioteca y me traje esta obra a casa!!! 😁) y pensé: "¿Y por qué no escribo algo sobre un tema mínimamente similar?. Y pensando y pensando y pensando, se me ocurrió que podría contaros algún cuento o leyenda amazigh, un pueblo del que estoy aprendiendo un montón últimamente.
Así pues, poneos cómodos/as, tomad asiento y sacad un té (o un café, mi bebida número uno por excelencia estos últimos meses, es más, mientras redacto esta oración, tengo uno en el microondas) porque hoy, a través de las palabras, viajaremos a las profundidades del desierto del norte de África, cuyas arenas inhalan el sonido de un idioma milenario y unas costumbres únicas en el mundo... 🦂
Bandera amazigh
Los suspiros de la Tamazgha
Lo primero de todo es situar quién es el pueblo amazigh, y de ahí, pasar a las historias.
Los imazighen son las personas que pertenecen a un conjunto de etnias autóctonas (rifeños, cabilios, chleuh...) del Norte de África, cuya zona es como denominamos Tamazgha. Los amazigh son los que malamente conocemos como "los bereberes". ¿Por qué es mejor que las personas ajenas a esta cultura no usemos este término? Porque bereber proviene de la adaptación al árabe (barbr) del griego βάρβαρος, que significa bárbaro y, a su vez, usar este término implica llamar a estas personas incivilizados y salvajes, como se hacía antiguamente. Conseguimos esta adaptación al árabe debido a que los conquistadores llegados de Arabia el siglo VII descubrieron el norte de África con el fin de promover el mensaje del Islam y propagar dicha religión.
Territorios amazigh
La cultura de los amazigh se conserva principalmente gracias al registro oral. Esto quiere decir que la mayor parte de su historia se basa e narraciones de historiadores romanos y griegos, además de algunas inscripciones del Antiguo Egipto. También conocemos que la dinastía XXII de Egipto (935 a.C.) estaba compuesta por miembros de una tribu llamada mashauash. Sheshonq I es el fundador de esta dinastía, por lo que el calendario amazigh de hoy en día ha escogido su advenimiento como comienzo de su era.
Las lenguas amazigh dominaban hasta la introducción del árabe la mayor parte de África del Norte. Hoy se conservan sobre todo en Marruecos y Argelia, donde se concentra el grueso de los hablantes. Además hay poblaciones menores poco en Túnez, Libia, Egipto, Mali, Níger, Mauritania, Burkina Faso y en España. Es más, en Cataluña, la tercera lengua más hablada es el zamazight. En total, unas 25 millones de personas tienen como lengua materna un idioma amazigh.
Las lenguas amazigh forman el tronco camita, llamado así en analogía al semita, con el que tiene una lejana relación. Hoy, ambos troncos se agrupan en el conjunto llamado lenguas afroasiáticas.
Pese a estar difundidas en un área inmensa, todas las hablas amazigh son muy cercanas entre ellas. Incluso se pueden definir como un sólo idioma: pese a las diferencias de pronunciación y algunos cambios de vocabulario, los amazigh de todas partes pueden comunicarse de forma rudimentaria.
Habitualmente se distinguen dos ramas mayores: el tamazigh, hablado por la inmensa mayoría de la población amazigh, y el tamasheq, la lengua de los tuareg. Algunos hablantes del tamazigh, sin embargo, aseguran que el tamasheq es perfectamente inteligible para ellos e incluso más cercano que los dialectos de la costa mediterránea. Entre estos últimos destaca el cabilio por su proyección cultural y política en Argelia.
Además hay dos ramas aisladas: la oriental o siwi, relativamente cercana al tamazigh, que se habla en el oasis egipcio de Siwa y probablemente dos minúsculos núcleos en Libia oriental, y la zenaga, considerablemente más alejada, que sólo se conserva en una comunidad en el sur de Mauritania. No es seguro, pero probable, que el extinto guanche de las Islas Canarias formara parte del tronco bereber. Hoy, tanto el tamazigh como el cabilio se escriben a menudo con una variante moderna del alfabeto tifinagh, conservado entre los tuareg para escribir el tamasheq.
Ejemplo de manuscrito usando el tifinagh, alfabeto con el que se transcriben diversas lenguas amazigh
En resumen, las lenguas amazigh son tan pero tan antiguas que no hay ningún registro que determinen exactamente su origen en el tiempo. Los idiomas y las formas de comunicarse que se han prolongado tanto tiempo en la historia llevan adheridas a ellas una gran cantidad de leyendas, mitos, historias, cantos... Que se transmiten por tradición oral de generación en generación.
Contar cuentos no es algo insignificante, implica una organización de todo un día, acudir descargadas de cualquier problema que pudiera distraerles para estar sumidas en una constante escucha y asimilación de algo grande: la palabra. Estos cuentos tienen una propiedad terapéutica y curativa.
El día de la semana en que se produce este acontecimiento es un día muy especial. El cuento lo cuenta siempre la mujer más mayor del poblado, quien para poder estar totalmente vacía y poder ser mediadora y bálsamo de las demás mujeres, durante la mañana no hace ninguna labor, ni siquiera peinarse. Las demás mujeres son las que tienen que peinarle y lavarle. Después de hacer todas las tareas, esperan pacientes en las puertas hasta el atardecer, que es cuando la anfitriona de la casa abre las puertas y da acceso al ritual.
Cada vez se cambian a una casa diferente. La casa elegida tiene que estar limpia, perfumada, purificada, y sin falta de comida y bebida. A este espacio tienen que entrar despojadas de todo aquello que les amarre o agobie, desconectadas del exterior. Lo primero que se les ofrece es lavarse, para estar limpias por dentro y fuera. En la antesala del patio se despojan de sus ropas y materiales para despojarse también de su clase social y ser dignificadas como iguales. Se recibe a la anfitriona con un abrazo grande e íntimo y toman té dulce, de hierbabuena, para borrar cualquier atisbo de amargura. Todas se sientan en el suelo, ninguna tiene una tribuna especial. Se agarran de las manos y se inicia el primer relato, cerrando los ojos, a excepción de la anfitriona.
Las mujeres comienzan el cuento con una frase:
"Hay una historia entre vosotras, quien la busque la encontrará..."
Muchas mujeres entran en trance cuando escuchan estas historias. Se levantan y empiezan a agitarse, como danzando y tienen que ser sujetadas por las demás mujeres para no darse ningún golpe, y de esta manera se liberan como con una catarsis. Algunas veces lloran desmesuradamente, y otras se carcajean" (H. Mohamed, s.f).
"La palabra contada, al narrarla en vivo, activa los sentidos y aísla el dolor para dar lugar a la compañía de las presentes y empequeñece la soledad cotidiana y sus miedos." "Es una forma que tiene la mujer de mantener su espacio, ya que tienen muchos lugares prohibidos para poder acceder. Por eso, ha mantenido de manera clandestina este espacio para la palabra contada, no sólo para contar historias, sino para curarse el alma, la pena, la locura. Al igual que los cuentos de Sherezade, no son cuentos sobre el culto a la belleza, sino sobre la superviviencia. El objetivo de estas reuniones es contar algo que sirva para tener amor, para aliviar toda esa tristeza y miseria" (H. Mohamed, s.f).
"La historia más valorada no es la más bella ni larga, sino la más profunda, la que emociona. Son historias contadas por milenios. Historias muy cínicas y sarcásticas, pero a la vez muy sutiles. Son mujeres catalogadas como analfabetas, pero están cargadas de sabiduría. Yo solo puedo contar las historias menos trascendentales, porque las más profundas... la sociedad no está tan evolucionada para escuchar esas historias. He tratado de contarlas en sociedades catalogadas como desarrolladas, como Noruega, y las han definido como demasiado violentas" (H. Mohamed, s.f).
"Yo tengo mucho miedo a lo que llaman "lo políticamente correcto" en los cuentos, porque no lo entiendo. En África no hay edades en los cuentos, no hay cuentos para mayores o para niños. Aunque se hagan pequeños filtros para los niños, para nada se traiciona el mensaje. Yo sentía como que había perdido mucho tiempo. Que si me habrían enseñado antes ese espacio, me habría ayudado mucho, me habría desarrollado con más facilidad, tendría una visión sobre la humanidad muy distinta. Creo que la humanidad debería conocerlo" (H. Mohamed, s.f).
Las mujeres terminan los cuentos con la siguiente oración:
"Y me puse mi calzado nuevo, anduve de aquí para allá, y se me rompió"
Estoy muy lejos de ser una de estas maravillosas cuentacuentos pero, de todas formas, aquí os dejo algunos cuentos y leyendas que me fascinan. ¡Disfrutad!
El hombre y sus dignas partes
Hay un cuento entre vosotras, quien lo busque, lo encontrará.
Un hombre casado quiso averiguar si su mujer lo quería de forma incondicional o no, por lo que un día, al llegar a casa, se ató sus dignas partes bien sujetas a la pierna, anunciando a su esposa la pérdida de su don más preciado.
La esposa, pacientemente, esperó unos días a que resucitase el difunto miembro de su marido, pero al no ver milagro alguno después de un mes, cogió sus cosas y dejó a su marido, diciéndole:
—¡Ahí te quedas!
El marido, al írsele la mujer, permaneció tranquilo en casa preparando algún plan para volver a recuperarla.
Después de un mes, fue a buscar a su mujer a casa de su suegra. Era invierno, hacía mucho frío, llovía… él vestía ese día solo una chilaba. Debajo de ella, no llevaba nada. El hombre golpeó en la puerta y se asomó su mujer. La madre preguntó quién era y ella le dijo que era su marido. La madre, viuda y sola, le dijo que le abriese la puerta. él entró en la casa y simuló que se estaba muriendo de frío, hacía como que tiritaba. La mujer le trajo un anafe con fuego de carbón y el hombre se subió la chilaba para calentarse. La mujer, al ver que su marido volvía a tener sus dignas partes enteras y, además, en plena erección, salió apresurada de la habitación y, entrando en la cocina, le dijo a su madre que preparase pronto la comida, pues se debía ir lo antes posible con su marido de regreso a su casa pues su marido había recuperado su valía. La madre le pidió que le preguntara a su marido dónde lo había encontrado. La mujer fue junto al marido y le dijo:
—Dice mi madre que dónde has recuperado tus partes
—Las he comprado —respondió el marido con una media sonrisa.
La mujer fue a decírselo a su madre y esta le solicitó que le pidiera a su yerno que le comprase otras para ella. La mujer se lo insinúo a su marido y el hombre le respondió que así lo haría cuando volviesen a casa.
Al volver a casa, después de una larga tarde de explosión de pasiones, la mujer insistió en su petición, y él le exigió dinero a cambio. La mujer, sin demora, se lo comunicó a su madre y la viuda aportó todo el dinero sin darle importancia al precio pero que se lo trajera lo antes posible.
El hombre, al regresar su mujer a casa con el dinero, salió del hogar para capturar un pájaro y, al tenerlo, lo metió en un saco. Lo llevó a su casa y se lo entregó a su mujer, diciéndole que cuando se lo diese a su madre que no lo abriese hasta que lo tuviera en casa.
Cuando la madre se enteró de que su yerno ya le había realizado el encargo, fue a casa de su hija a recogerlo. La hija le dijo a su madre que se quedara a comer pero la madre insistía que tenía prisa, que tenía cosas que hacer. La madre se marchó y, casi a mitad del camino, se encontró con un pastor que cuidaba de un rebaño de borregos. El pastor, al ver que la mujer llevaba sobre su espalda un saco, creyéndolo cargado de pan, se le acercó, cerrándole el paso. Le preguntó que era lo que llevaba en el saco y la mujer le respondió que no era nada pero el pastor se puso detrás de ella y le quitó el dichoso saco. Lo abrió y salió volando el pájaro.
La mujer al ver que se había ido volando su supuesta “felicidad”, alzaba y bajaba sus manos golpeándose en sus partes, gritando:
—Cluru… chuchu… cluru… chuchu…(Pío… pío…)
El pastor, al verla en tal gesto insinuante, se tocaba también sus partes y le decía:
—Aquí lo tienes… aquí —señalándose sus partes.
La mujer regresó a su casa indignada mientras su apreciado regalo seguía volando en el infinito horizonte.
Y me puse mi calzado nuevo, anduve de aquí para allá, y se me rompió.
(Relato extraído del libro Sherezades. Cuentos de mujeres bereberes, del autor Mohamed M. Hammú).
Hombre tuareg (qué bonita es esta imagen... 🏜️)
Cuento rifeño de Hamu el pícaro la bruja
Este cuento es sobre un hombre que tuvo un hijo al que le puso de nombre Hamu: Hamu el demonio.
Un día, mientras la madre de Hamu ponía el pan en el horno, el padre, que se encontraba en el campo haciendo la cosecha, le dijo a Hamu:
—Vete a ver a tu madre y dile que degüelle la gallina blanca y la negra.
Hamu fue adonde estaba su madre y le dijo:
—Mamá, mi padre te dice que degüelles la vaca blanca y la negra.
La madre se quedó sorprendida y le dijo:
—¡Ay, hijo mío! ¿Pero cómo voy a degollar yo a una vaca y a quitarle la piel?
Y dijo Hamu que había sido el padre quien le había dado aquella orden. De modo que
la madre se levantó, aunque estaba cansada, y degolló y quitó la piel a las dos vacas, las metió en la olla y después puso la olla encima del fuego.
Cuando volvió el padre, preguntó a la madre si el almuerzo estaba preparado, y ella
contestó:
—¿Cómo iba a tenerlo ya preparado? Eso requiere su tiempo, porque tú le has dicho a
Hamu que me dijera que degollara la vaca negra y la blanca.
El padre se quedó estupefacto. Cogió una vara en la que había prendido fuego del horno y la arrojó adonde estaba Hamu. Pero él cogió la vara y se marchó adonde estaban los campesinos que trabajaban en la cosecha y les dijo:
—Mi padre os dice que queméis todo el trigo que tenéis guardado: ese que ha crecido y habéis cosechado. Y que bajéis a almorzar, para comer carne.
Los campesinos se negaron a obedecer y le contestaron:
—¿Cómo vamos a quemar nosotros la comida de Alá? Eso es malo.
Replicó Hamu:
—A mí eso me da igual. Quien os lo dice es mi padre. Hasta me ha dado esta vara con
fuego para que hagáis uso de ella.
Así que los campesinos quemaron todo el trigo y bajaron a ver al padre, cubiertos de
suciedad y de cenizas.
Les preguntó el padre qué era lo que pasaba, y le dijeron:
—Pues has sido tú el que nos ha mandado a Hamu con una vara con fuego, y el que le
has dicho que quememos todo el trigo.
El padre replicó:
—¿Y vosotros lo habéis quemado?
—Sí.
El padre se enfadó, cogió un bastón y lo arrojó contra Hamu. Él agarró el bastón y se
fue adonde estaba su abuela y le dijo:
—Abuela, mi padre te dice que te quites todos tus dientes y que los muelas, y que luego te pongas los de masa y vengas a comer carne.
Le dijo la abuela:
—Ay, hijo mío, ¿que me quite los dientes míos y me ponga los de masa? ¿Y que encima coma carne?
Le contestó Hamu:
—A mí lo que hagas me da igual. Es el padre quien me lo ha dicho.
Entonces la abuela se quitó todos sus dientes y los molió. Se puso dientes de masa y se fue adonde estaba su hijo para almorzar. En cuanto la abuela se puso a comer se le cayó un diente. Siguió comiendo y se le cayó otro. Y cuando se le cayeron todos, le dijo su hijo:
—Come, mamá.
—Ay, hijo mío, ¿cómo puedo yo comer, si no me has dejado ningún diente?
Y le dijo el padre:
—¿Por qué dice eso, madre?
Respondió la abuela:
—Pues porque me has mandado a Hamu con un bastón y le has dicho que me quitara
todos los dientes y que los moliese, y que viniera a comer carne.
Y dijo el padre, furioso:
—¡Oh, maldito!
Entonces cogió un tronco y lo arrojó contra Hamu. Este cogió el tronco y se fue para el
río. Lo plantó allí y le dijo al árbol que debería crecer y ponerse muy alto, para que, cuando él le dijese que se inclinase, bajase hasta el suelo y él se montara encima de él. De modo que lo dejó plantado y se fue.
Al día siguiente, ya había crecido. Al otro día ya le habían crecido las hojas y, finalmente, el árbol se puso muy grande. El árbol era solo de Hamu.
Un día pasó por allí una Tamża, es decir, una bruja, y se detuvo a preguntarse:
—¿Por qué en este árbol se monta solo Hamu, y por qué es tan alto? ¿Por qué no puedo montarme yo encima de él?
Así que amarró su burro al árbol, llamó a Hamu y le pidió un higo, diciendo de este
modo:
—¡Escucha, Hamu mío! ¡Tírame un higo de los de ahí, por favor!
Y dijo Hamu, burlándose de ella:
—El higo crudo para Tamża la Bruja, y el higo maduro para el corazón de Hamu.
Y la ponía nerviosa con su canción. Ella no podía subirse. En cuanto se daba la vuelta
para irse a su casa, se bajaba Hamu y se montaba encima del burro y se ponía a dar vueltas.
Cuando ella regresaba, él se subía otra vez al árbol, y ella otra vez a morirse de rabia.
En cierta ocasión Tamża la Bruja se fue adonde estaba un pobre anciano que había vivido muchas experiencias y le dijo:
—¡Tío!
Contestó el anciano:
—Dime.
Tamża la Bruja le dijo:
—Hay un tal Hamu que se monta encima de un árbol muy alto y que se sube encima de mi burro y anda fastidiándome. Dijo el anciano:
—Pues, ¿sabes qué es lo que vas a hacer? Busca a algún anciano, decapítalo, quítale el cerebro y úntalo sobre el lomo del burro. Y así, cuando él quiera bajarse, se quedará allí pegado.
Y le dijo la bruja:
—¡Ah, pues muy bien! No podía haber encontrado a un anciano más sabio que tú.
De modo que decapitó al anciano aquel, le quitó el cerebro, y lo untó sobre el lomo del
burro.
Cuando Hamu intentó bajarse de allí se quedó pegado, y le dijo Tamża la Bruja:
—¡Eh, Hamu! Te he pillado.
Lo agarró y lo metió en un saco grande y se lo llevó.
Al cabo de un tiempo, Hamu empezó a escuchar, desde el interior del saco, un ruido de agua. Y le dijo a Tamża la Bruja:
—¡Abuela Tamża la Bruja!
—¿Qué?
—¿Te has purificado?
—¡Ay, hijo mío, se me había olvidado!
Entonces lo dejó a un lado, bajó al río para purificarse y se puso a rezar.
Hamu salió del saco, lo llenó de piedras, ranas y tortugas y lo dejó amarrado.
Tamża la Bruja, cuando terminó de rezar, cogió el saco y dijo:
—¡Ay, hijo mío! Has bebido agua del río y ahora pesas mucho.
Era que él le había llenado el saco de piedras. Cuando llegó a casa, dijo con alegría a
sus siete hijas:
—¡Abrid las ventanas y cerrad las puertas! ¡Que hoy voy a soltaros aquí a Hamu!
Cuando las muchachas tuvieron abiertas las ventanas y cerradas las puertas, Tamża la
Bruja vació el saco, y de allí salieron ranas saltando, tortugas que se escapaban por todas partes y piedras que caían. Y ella exclamó:
—¡Ay, maldito! Juro que hoy ya no te me vas a escapar.
Volvió entonces adonde estaba el árbol y encontró a Hamu pegado otra vez al lomo del burro. Lo volvió a meter en el saco y se lo llevó.
Por el camino Hamu escuchó una vez más el ruido del agua y le dijo:
—Abuela Tamża la Bruja, ¿ya te has purificado?
Contestó ella que sí, y le dijo Hamu:
—¿Has rezado?
Contestó Tamża la Bruja:
—Sí, sí. Me he purificado y he rezado. Me has engañado antes, y ahora juro que no me
vas volver a engañar.
Así que cuando llegó a casa vació el saco delante de sus hijas y les dijo:
—¿Sabéis qué es lo que vais a hacer? Decapitadlo, preparadlo y ponedlo en la olla, que yo voy a ir a invitar a vuestras tías.
Pero les dijo Hamu:
—¿Que vais a comerme? Pero si soy muy flaco. Metedme en el cuarto y dadme de lo
más bueno que haya: almendras, carne, nueces, para engordarme. Y así encontraréis en mí algo que comer.
Y dijo Tamża la Bruja:
—¡Ah! Pues sí que lleva la razón Hamu. Llevadlo al cuarto.
Entonces se lo llevaron y le dieron de comer hasta que se puso gordo, blanco de cara y saludable. Un día lo sacaron del cuarto y lo pusieron en el patio, y dijo Tamża la Bruja:
—¡Ahora sí! ¡Decapitadlo!
Y dijo Hamu:
—Ahora sí: si queréis decapitarme, ya podéis hacedlo.
Dijo Tamża la Bruja:
—Pero antes yo voy a invitar a vuestras tías.
Pues sucedió que cuando una de las hijas se acercó a él, vio que Hamu tenía un tatuaje sobre su cuerpo y le dijo:
—¿Quién te lo ha hecho?
—Los hago yo.
Y le dijeron las chicas:
—¿Y nos harías uno?
—¡Sí, claro!
Y les dijo que tenían que preparar el cuarto, para que fueran pasando de una en una.
Entonces las hijas prepararon el cuarto y fueron entrando en él de una en una.
Las fue tatuando a todas, y después dejó que se durmieran. Cuando estuvieron dormidas, cortó sus pechos, los puso dentro de la olla y se escondió.
Vino Tamża la Bruja con las tías y dijo:
—¡Ay, Dios mío! ¡Cuida de mis hijas, que han estado preparando la olla y se han echado a dormir!
Ella se puso a mover la olla, probó una cucharada y, de repente, apareció él y le dijo:
—Come, come los pechos de tus hijas.
Dijo ella, sorprendida:
—¡Pero qué maldito eres!
Se fue al cuarto para ver a sus hijas y las encontró muertas. Él las había matado a todas y se había escondido luego en el cuarto.
Mientras ella intentaba abrir la puerta, le dijo Hamu:
—Tía, tía, si quieres abrir esa puerta, vete hasta aquella montaña, coge impulso y de ese modo podrás abrirla. Allá que se fue ella. En lo que tardó en llegar a la montaña, Hamu cogió unos leños, los apiló junto a la puerta y prendió fuego.
Cuando ella llegó a todo correr, atravesó la puerta y allí dentro se quemó...
(Cuento extraído del documento El cuento de Hamu el pícaro y la bruja
en la tradición rifeña bereber de Laazzanen, Abdelhak Konaydi y José Manuel Pedrosa,
Universidad Mohamed I de Nador-Oujda y Universidad de Alcalá).
Joven amazigh de Túnez, con tatuaje y joyas tradicionales (principios del siglo XX).
Fotografía de Rudolf Lehnert. 1905.
El puente Imi n'Ifri
Imi n’Ifri significa “la puerta del abismo”, aunque muchos conocen el lugar como “la Gruta del Ogro”. Los abuelos cuentan a sus nietos que esta zona era el refugio de un ser gigante y malvado que aterrorizaba a la población del entorno. La garganta, enmarcada por el puente, sería el bostezo del monstruo que atemoriza a los niños locales.
Las mujeres de la zona, sin embargo, prefieren explicar el nacimiento el puente de Imi n’Ifri con una leyenda mucho más romántica. Se dice que cada una de las montañas representa a dos amantes que vivían locamente enamorados. Sus familias no permitieron ese amor y los mantuvieron separados. Pero una noche, los amantes se encontraron, unieron sus manos, y se convirtieron en piedra, para poder estar juntos durante toda la eternidad. Esta es la razón por la que, hoy en día, muchas novias acuden a este lugar para celebrar sus rituales antes de la boda. Los cánticos y los tambores que hacen tocar las bereberes retumban en el lugar, cuya acústica natural amplifica el eco creando un ambiente casi irreal.
El puente de Imi n’Ifri no es el único espacio natural cuyo origen es explicado por leyendas bereberes. Los lagos Tislit e Iseli, dos de las cinco lagunas de Imilchil en el Alto Atlas, son otro ejemplo. Cuenta la leyenda que hubo una época en la que se secaron las fuentes de toda la región salvo las de Imilchil, así que dos de las tribus de los Ait Haddidou, tradicionalmente enfrentadas, tuvieron que turnarse para abastecerse. Los Ait Yazza tomaban agua por la mañana y los Ait Brahim por las tardes. Un día, una muchacha de la primera tribu se retrasó y coincidió con un joven de la otra tribu enemiga. Se enamoraron perdidamente, pero las familias impidieron su unión, lo que provocó que los amantes lloraran tanto que originaron los lagos que llevan su nombre.
(Relato extraído de la web Siente Marruecos).
La leyenda de las dunas del Erg Chebbi
La ubicación de las dunas del Erg Chebbi se encuentra en la región sudoriental de Marruecos, a 360 km de Ouarzazate ya 650 km de la famosa ciudad de Marrakech.
La leyenda afirma que Dios mismo había dado forma al área.
La leyenda popular de las dunas del Erg Chebbi, que pasó a través de generaciones a través de una fuerte tradición oral, informa que el sitio fue una vez una selva floreciente y luego transformado en un desierto después de que la población local se negó a recibir a una pobre mujer hambrienta durante un banquete. La leyenda también habla de familias ricas que se lavaban las manos con leche y jugaban con cuscús, mientras que la joven estaba hambrienta e indefensa.
Dios entonces castigó a esas familias por su crueldad, condenando a Merzouga a convertirse en un ambiente con calor extremo, sin agua y maldecido por interminables tormentas de arena. Pasaron los años cuando toda la zona, una vez llena de animales salvajes y abundante vegetación, se convirtió en el mar de arena que hoy permanece.
Curiosamente, el arte rupestre milenario de la región representa a animales como elefantes, jirafas y otros mamíferos que habitualmente sólo existen en hábitats parecidos a la selva. Cualquiera que sea el paraíso que solía ser, teniendo en cuenta su leyenda, el hecho es que Erg Chebbi Dunes es uno de los lugares más bellos del mundo.
Las espectaculares dunas de color ocre del Erg Chebbi, comúnmente conocidas como Dunas de Merzouga, contienen uno de los dos «ergs» más grandes del Sáhara en esta remota región de Marruecos, que se extiende a lo largo de la frontera argelina. Su duna más alta alcanza unos 300 metros de altura. Se extienden a lo largo de la frontera con Argelia.
(Relato extraído de la web Riad Café du Sud).
Desierto Erg Chebbi
Mlalija, la princesa huérfana
Una vez dijeron, que Dios nos guarde de los chismosos a menos que sean jinetes o ricos.
Había una vez dos brujos, un marido y una mujer. Un día, fueron al bosque y se encontraron con una niña huérfana con un cabello asombrosamente largo. La pareja decidió llevarla con ellos y sugirieron a la muchacha que los llamara "mamá" y "papá". No obstante, la encerraron en una torre sin puertas.
El matrimonio se pasaba las tardes vagando por el bosque durante el día con el fin de cazar pájaros, insectos, burros o cualquier cosa que udiera caer en sus manos. Al atardecer, volvían a la torre con comida para la niña. Su alimentación consistía en carne, ya fuera de un cabritillo o de una cabra adulta.
A su llegada, normalmente al anochecer, ellos frecuentemente se colocaban en las escaleras de la torre y la madre cantaba:
"Tírame tus largas trenzas para que podamos subir, Mlalija, ¡oh, mi Mlalija!"
Al escuchar esto, la joven lanzaba sus trenzas por la ventana y su madre trepaba por ellas. EL padre, a su vez, cantaba lo mismo para poder subir.
Una vez que la pareja estaba dentro de la torre, alimentaban a la niña antes de irse a dormir. Entonces, cuando la cría tenía la barriga llena, caía en un sueño dulce y tranquilo.
Esta misma rutina tenía lugar todos los días, hasta que el matrimonio sugirió a su hija que les ayudase a bajar de la torre para ir a cazar al bosque. Y eso hizo. La pareja estuvo fuera todo el día para comer en la naturaleza. Cuando volvieron, le ofrecieron la comida encontrada. Y la madre volvía a cantar la misma melodía, y la niña volvía a ayudarlos.
La chiquilla pronto creció y se convirtió en una hermosa mujer. Un día, los caballeros del rey se encontraron con la torre y le preguntaron:
"Oh, mujer, estamos sedientos, ¿podrías darnos un poco de agua?"
"No puedo entregárosla, ya que no hay puertas en esta torre", respondió ella, apenada.
"Por favor, piensa en una solución", le suplicaron los hombres.
La chica tiró el cubo de agua atado a sus trenzas por la ventana al igual que hacía con su madre.
Los jinetes, fascinados por su belleza natural y por la longitud de los mechones de su cabello, cortaron uno de estos y se lo llevaron al rey. Tras ver a una mujer tan atractiva, los hombres se olvidaron por completo de cazar. Cuando regresaron a palacio, el rey, extrañado, les preguntó:
"¿Qué habéis estado haciendo durante todo el día? ¿No me habéis traído nada? ¿Acaso no salisteis a cazar?"
"Honorable rey, os lo podemos explicar si nos lo permitís".
"Adelante", les contestó su rey.
"Vimos a una mujer preciosa y nos olvidamos de nuestra tarea. Aquí tenemos un mechón de su pelo. Le pedimos agua y vive en una torre sin puertas, así que nos bajó el agua con su cabello por la ventana. Trajimos este trozo de su cabellera porque pensamos que querría verlo", explicó uno de los caballeros.
El rey ordenó que lo llevarán a ese lugar, y así lo hicieron. El rey le pidió a la chica que le dejara subir a la torre, pero esta le advirtió de que sus padres eran brujos y que si lo encontraban dentro del edificio, se lo comerían. El rey siguió insistiendo, asegurando que se escondería si sus progenitores apareciesen, lo cual convenció a la muchacha. Pasaron juntos todo el día hasta el atardecer, cuando el matrimonió regresó.
Cuando subieron, sospecharon de la presencia de un intruso en la torre. EL padre ordenó que investigaran la habitación y debajo de todos los muebles, excepto en el que Mlalija estaba posando sus pies.
La madre exploró todo el cuarto, mas fue en vano.
"Sigo oliendo algo raro, pero no he encontrado a nadie aquí", afirmó, así que las búsquedas incansables cesaron.
A la mañana siguiente, fue primero el padre quien descendió de la torre. Cuando estsaba a solas con su madre, la joven confesó que el rey estaba en su casa y que no la encontrarían allí al atardecer porque huiría con él, tratando de despedirse de su madre. A continuación, ayudó a la mujer a salir de la torre. La bruja estalló en lágrimas y continuó sollozando el resto del día.
El padre, viendo a su mujer llorar, le preguntaba qué era lo que la tenía tan triste, pero ella no le daba una respuesta específica, mas que no podía parar de llorar. Cuando regresaron, el padre cantó para que su hija tirara sus trenzas por la ventana, ya que no era consciente de su ausencia. Como no obtenían respuesta, se sentaron a esperar y su esposa al fin espetó que el rey se había llevado a la chica.
Finalmente, el rey y la muchacha se casaron y celebraron una ceremonia que duró siete días y siete noches.
Así termina mi historia, de los malvados se guarde, en paz encontraré mi camino.
(Relato extraído de las traducciones al inglés de Fadma Tainsirt).
Como os habréis dado cuenta, existen narraciones muy parecidas a los cuentos de hadas que conocemos en Occidente, siendo este una especie de versión amazigh de Rapunzel.
El pastor ingenioso
Una vez dijeron, que Dios nos guarde de los chismosos a menos que sean asaltantes o ricos.
Un hombre llamado S'ayd solía trabajar como pastor para su tío. Los deberes que tenía que realizar eran tan abundantes que muy frecuentemente caía enfermo debido al maltrato y se sentía humillado. Sin embargo, estaba atado a un contrato moral con su familia: debía pastorear las ovejas hasta que el chillido de un pájaro volviera loco al ganado.
Su rutina consistía en pastorear las ovejas hasta que hubieran pastado lo suficiente, darles de beber y guiarlas por las zonas donde el prado fuera alto y crecido, y también alimentar a otros animales que formaran parte del rebaño. El chico cumplía con sus tareas diligentemente.
Un día, su tío le pidió que llevara el rebaño de ida y vuelta por la llanura, procurando que este les permitiera criarse a su ritmo; se trataba de una orden que el sobrino intencionadamente la entendió como no debía, lo que significa que él entendió que debía de matar un animal cuando llegara a la llanura y otro cuando regresara a casa. Y así lo hizo.
Su tío le preguntó, muy cabreado y furioso:
"¿Por qué has matado a los animales, S'yad?"
"¿No es lo que querías; que matara uno al llegar y otro al volver a casa?"
"No era eso a lo que me refería".
A la vez que el tío se daba cuenta de que tenía un sobrino testarudo y cabezón, y con el fin de terminar con su misión lo antes posible y despedirlo según lo acordado, le preguntó a una anciana que trepara un árbol cercano. La mujer debía esconderse entre las ramas y reproducir el sonido de ese pájaro en específico mencionado, en lugar del ave real, cuya época para que se asentase en la zona estaba aún muy lejos. La mujer subió al árbol y empezó a imitar el sonido del pájaro: "¡Dokkoy, dokkoy, dokkoy!".
Tras escuchar los convincentes sonidos del supuesto pájaro, la familia de S'ayd le dijeron:
"S'ayd, ¡el pájaro ya está graznando! Deberías irte".
"Si es un pájaro real, ¡entonces debería echar a volar si le lanzo una piedra!", contestó el muchacho.
Se puso bajo el árbol y lanzó una piedra hacia la copa de este, y la mujer cayó de las ramas hacia el suelo.
"S'ayd, ¡esto no es lo que hemos acordado!", los miembros de la familia estaban coléricos y comenzaron a gritarle.
"¡Dijisteis que se trataba de un pájaro y tuve que ahuyentarlo!".
(Relato extraído de las traducciones al inglés de Fadma Tainsirt).
También existen narraciones cómicas, aunque seguro que son más divertidas en su idioma original.
Por último, quería dejar por aquí algunas recomendaciones de artistas de origen amazigh que comparten y crean contenido muy llamativo y educativo:
- Safia El Aaddam, comunicadora, activista y escritora de Cataluña, conocida en redes como hijadeinmigrantes. Su primera novela (la cual es necesaria a la vez de preciosa) la podéis encontrar por el mismo nombre.
- Yusra, educadora social, activista antirracista y comunicadora en redes, conocida como Hija de la Tamazgha,
- Hammú M. Mohamed, narrador oral profesional y escritor. Algunos de sus títulos son Cuentos y relatos de Andalucía y Marruecos (libro colectivo); Historias das terras de aquí et de là: Amor publicado en Brasil); Escritores rifeños contemporáneos (otro libro colectivo publicado en Nueva York); Sherezades, cuentos de mujeres beréberes (Ediciones Palabras del Candil, 2011). Su página web: https://hammutopia.com)
- @Samohsai en Twitter, artista y narradora de historias amazigh y argelina.
- @nor_ohh, artista amazigh y marroquí que comparte sus ilustraciones en Twitter.
- @sarahdismael, Sarah e Ismael, un dúo musical amazigh y marroquí que enseñan tamazight a través de Instagram.
- Asmaa Hamzaoui et Bnat Timbouktou, grupo musical gnawa marroquí.
- @safifesse, Safiya Zerrougui, ilustradora, diseñadora de personajes y dibujante amazigh y argelina, asentada en Québec.
- Namika, cantante, compositora y rapera amazigh y marroquí, asentada en Alemania.
- Tinariwen, grupo musical tuared de Argelia y Mali.
- Yasmine Djebel, escritora amazigh y argelina, asentada en Francia.
- Imarhan, grupo musical tuareg y argelino.
- @Nourarchiv, Nourarchiv, fotógrafa amaizgh y tunecina, asentada en Alemania.
- Nadia Zouaoui, creadora de documentales amazigh y argelina, asentada en Québec.
- Tala Hadid, cineasta amazigh marroquí e iraquí, asentada en Londres.
- Taos Amrouche, fue una escritora y cantante amazigh y argelina. Fue la primera mujer argleina en publicar una novela.
Existen cientos de mitos, leyendas y cuentos amazigh, solo consiste en tener el tiempo y la paciencia de investigar, pues no es tarea fácil hallarlos, no os voy a mentir, y más teniendo en cuenta que, por lo menos en castellano, no he dado con muchos libros que traten este tema y los que lo hacen son bastante recientes, dentro de lo que cabe, lo que me da a entender que es en la actualidad cuando se está intentando plasmar y recoger por escrito estas maravillosas historias tras una eternidad flotando en el aire, historias hijas del desierto y de los hombres libres, como los amazigh se llaman a sí mismos/as. Lo ideal sería hacer un viaje a estas tierras de nativos y que fueran estas increíbles mujeres quienes nos las contasen, ¿verdad? 🐫
Espero que os haya gustado y que me perdonéis por mi irregularidad a la hora de presentar entradas, pero la vida, por lo menos la mía, es así, un caos con patas, ¿qué le voy a hacer?
Últimamente hace un frío que levanta el pellejo, pero la luz del día ya permanece más horas con nosotros/as, lo que es una alegría para mí... Sed buenos/as. ¡Hasta la próxima!
Lucía Braña. 🏵️
- M'Sur. (2018, 6 septiembre). Lenguas bereberes: tamazigh, tamasheq, cabilio, siwi. . . - M'Sur. M’Sur.
https://msur.es/lenguas/afroasiaticas/bereberes/
- El amazigh, tercera lengua más hablada en Cataluña - Universitat de Barcelona. (s. f.). https://www.ub.edu/web/ub/es/menu_eines/noticies/2021/07/044.html
- A. (2021, 24 marzo). The Witty Shepherd. Mulosige. http://mulosige.soas.ac.uk/the-witty-shepherd/
- A. (2023, 7 febrero). Cuentos que curan: las mujeres bereber. http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2014/05/cuentos-que-curan-las-mujeres-bereber.html
- Palabras del candil. (2018, 29 septiembre). Sherezades. Cuentos de mujeres beréberes. https://palabrasdelcandil.com/producto/sherezades-cuentos-de-mujeres-bereberes/
- M. (2019, 8 octubre). El Puente Natural de Imi n'Ifri y sus leyendas bereberes [Siente Marruecos]. Siente Marruecos. https://www.sientemarruecos.viajes/magazine/demnate-puente-imi-nifri/
- Dunas del Erg Chebbi - «La légende» - Desierto de Marruecos. (s. f.). Riad Café du Sud. http://www.riadcafedusud.com/es/dunas/
- A. (2021a, marzo 24). Mlalija, The Orphaned Princess. Mulosige. http://mulosige.soas.ac.uk/mlalija-the-orphaned-princess/
- A. (2021c, marzo 24). The Witty Shepherd. Mulosige. http://mulosige.soas.ac.uk/the-witty-shepherd/
- Mora Aguiar, I. (2015). El origen de la escritura Líbico - bereber: Dataciones e hipótesis. Revista Tabona, 21, 11 - 28.
- Egipcios, bereberes, guanches y baskos. (Lenguas y genes en el Siglo XXI)', Antonio Arnaiz Villena y Jorge Alonso García. 2017. ISBN 9788416549313